Andrea Abril.- Madrid
29 de marzo de 2009
En agosto de 1998 comenzó en la República Democrática del Congo una de los conflictos más sangrientos de los últimos tiempos. La conocida como Guerra del coltán dejó tras de sí más de 3,8 millones de muertos y, a día de hoy, sigue causando estragos.
Pero, ¿qué es el coltán? ¿Qué tiene que ver con El Congo? Y, sobre todo, ¿qué intereses estratégicos se esconden bajo todo este entramado de luchas y matanzas?
El coltán es un material formado por la mezcla de dos metales, la columbita y la tantalita. Es un elemento imprescindible en la elaboración de dispositivos electrónicos de última generación, tales como teléfonos móviles o cámaras digitales. Y es, además, la razón que “justifica” una guerra cruenta y brutal que durante 5 años se desarrolló en la República Democrática del Congo. La versión oficial asegura que el conflicto terminó en 2003. Pero la realidad es otra: la situación actual de este país africano es de extrema violencia; los asesinatos y las atrocidades se siguen sucediendo, ante la mirada impasible de algunos países poderosos que a costa de esta lucha se están enriqueciendo.
Pero, ¿qué es el coltán? ¿Qué tiene que ver con El Congo? Y, sobre todo, ¿qué intereses estratégicos se esconden bajo todo este entramado de luchas y matanzas?
El coltán es un material formado por la mezcla de dos metales, la columbita y la tantalita. Es un elemento imprescindible en la elaboración de dispositivos electrónicos de última generación, tales como teléfonos móviles o cámaras digitales. Y es, además, la razón que “justifica” una guerra cruenta y brutal que durante 5 años se desarrolló en la República Democrática del Congo. La versión oficial asegura que el conflicto terminó en 2003. Pero la realidad es otra: la situación actual de este país africano es de extrema violencia; los asesinatos y las atrocidades se siguen sucediendo, ante la mirada impasible de algunos países poderosos que a costa de esta lucha se están enriqueciendo.

El Congo, el tercer país más grande de África, tiene el 80% de los yacimientos de coltán. Podría decirse, por tanto, que es uno de los países más ricos del planeta. Y, sin embargo, sus habitantes se mueren en la miseria.
Esta guerra congoleña se inició por la sed de dinero y poder de unos cuantos: los dirigentes de Ruanda y Uganda querían explotar los recursos naturales y los metales preciosos de la zona, con los que se enriquecieron e hicieron negocio. Las Fuerzas Ruandesas de Defensa, el antiguo Ejército Patriótico Ruandés, constituyó una estructura de supervisión de la actividad minera de El Congo y comenzó a establecer contactos con empresarios occidentales.
Según un informe elaborado por el Servicio de Información para la Paz Internacional (IPIS), son muchas las empresas que podrían estar financiando la Guerra del coltán, por sus vinculaciones estratégicas con el preciado material.

Las ventajas económicas que algunos países del primer mundo están consiguiendo gracias al sufrimiento del pueblo congoleño han fomentado el tráfico de armas y la exportación de material bélico a la zona. Tal y como afirma la asociación Médicos Sin Fronteras, “las emergencias por desnutrición, epidemias o violencia se siguen sucediendo. Muchas zonas están aisladas y sin infraestructuras sanitarias que funcionen, lo que se refleja en unos indicadores de salud catastróficos”. Miles de familias han tenido que exiliarse, ya nadie está seguro en el lugar.
Es triste pensar que vivimos en un sistema social en el que el dinero ha cegado las conciencias de los que tienen capacidad para cambiar las cosas; personas que, a día de hoy, han conseguido sentir una total indiferencia ante el profundo dolor que padece el mundo.
Me alegra ver que alguien se acuerda de este conflicto y escribe algo sobre una guerra marginada por los medios.
ResponderEliminarSupongo que el poder de las empresas que tienen intereses económicos en la zona es suficiente para lograr que nadie informe sobre los millones de muertos y desplazados.
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